¿Es mejor trabajar de pie en la oficina?

¿Es mejor trabajar de pie en la oficina?
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La salud en el trabajo es una preocupación constante, por lo que es habitual que surjan tendencias que pretenden mejorarla. Entre ellas, hay una recurrente que viene a reparar un mal común en los empleos de oficina: trabajar de pie.

En los últimos tiempos se han expandido modas como trabajar sobre una pelota de pilates, utilizar sillas de rodillas o instalar escritorios altos. Se elija la opción que sea, el mal a evitar parece claro. Mantenerse sentado durante toda la jornada laboral tiene múltiples pegas para la salud y el bienestar de los trabajadores. Pero, en ocasiones, la alternativa no ofrece las suficientes garantías.

Por norma general, debemos desconfiar de cualquier tendencia que irrumpa con demasiada fuerza en nuestro día a día. No se trata de desecharla directamente, pero al menos, sí desconfiar. Trabajar de pie es otra de esas modas que, cualquier persona que trabaje de cara al público en un comercio, en el taller de una fábrica o incluso profesores sin tiempo para sentarse un rato, podrían desmentir fácilmente.

Trabajar de pie puede mejorar la salud cardiovascular pero, si es durante un tiempo prolongado, puede provocar otros problemas como arterioesclerosis, varices o un cansancio que deteriore el desempeño.

La solución, como suele ser habitual, se encuentra en la moderación. No es bueno estar toda la jornada laboral en la silla, como tampoco lo es trabajar de pie durante todo el día. Generalmente pasamos entre ocho y diez horas sentados, sin contar las horas de sueño. Bastaría con adquirir una rutina de levantarnos de la forma más periódica que sea posible para dar un pequeño paseo: al baño, a tomar un café, a beber un vaso de agua, a charlar con un compañero…

Lejos de ser una interrupción o un tiempo perdido, estas pausas de cinco minutos cada cierto tiempo mejoran la circulación sanguínea y, si aprovechamos para movilizar alguna otra articulación o realizar pequeños ejercicios suaves, estamos previniendo lesiones e, incluso, enfermedades crónicas. Es importante desterrar la idea de que no debemos levantarnos de nuestro puesto de trabajo; sobre todo porque la desconexión de estas pausas ayuda a aumentar el nivel de concentración para la siguiente tarea y mejoran la productividad. Y son especialmente útiles cuando hay una alta carga de trabajo.

Eso sí, las pausas también hay que aprovecharlas, pero para descansar y desconectar. Si las realizamos para mirar el móvil y perdernos en un scroll infinito, estaremos consiguiendo justo lo contrario. Ni descansar la mente, ni relajar la vista, ni fortalecer el cuello, ni recargar los niveles de concentración.

En la parte del empleador, además de fomentar estos breves descansos, también es importante apostar por el mobiliario ergonómico y unas instalaciones que promuevan entornos de trabajo mixtos (zonas de descanso, salas de café, mesas elevables…). Pero no solo eso, sino que es necesario crear una cultura de la salud que incentive a los trabajadores a mantenerse saludables tanto dentro como fuera de la empresa, crear protocolos para el cuidado de la salud, la prevención y la seguridad en el puesto de trabajo, e introducir la idea del bienestar en el día a día: evitar enfermedades, motivar al personal, cuidar la salud mental, etc.